Los Acuerdos de Paz en Colombia y la Iglesia

The Abstract

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Academic article by Peter Wigginton

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Una refugiada colombiana aquí en Quito —solo la llamaré Valeria—, que está relacionada con la Iglesia menonita de Quito donde trabajo, recientemente me dijo que el conflicto en Colombia puede resumirse como una injusticia. No es justo —dijo, al afirmar la realidad de su propia situación de vida—, que una deba dejar todo lo que tenía solo porque algunas personas piensan que su ambición de poder les da el derecho de quitarle la vida a otras personas.

Según la mayoría de las fuentes, Colombia ha entrado en un período de posconflicto o pospaz desde el 24 de noviembre de 2016, cuando se firmaron los acuerdos de paz revisados entre los rebeldes de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), y el gobierno colombiano. El acuerdo fue ratificado después por el congreso colombiano el 30 de noviembre de 2016. Desde la firma de los acuerdos de paz, se han multiplicado historias como la de Valeria, contadas por personas que, al igual que ella, han abandonado Colombia o se han desplazado a otras partes del país para empezar una nueva vida. Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), la cantidad de refugiados colombianos que ingresan a Ecuador se ha mantenido relativamente estable en los últimos años, y el número de personas desplazadas dentro de Colombia ha aumentado. Una de las razones principales se debe al incremento de la violencia en las partes del país donde los rebeldes tenían controlado el territorio. Ahora estos territorios, que son ideales para el cultivo de coca y amapola para la producción de drogas, están siendo ocupados por bandas criminales.1

La Iglesia menonita en Colombia ha estado profundamente comprometida con la labor de difundir el mandamiento de paz de Jesús, y las iglesias menonitas en Ecuador y Venezuela han recibido de corazón a refugiados colombianos a lo largo de los años. Dicho esto, ¿cuál ha sido la voz de la Iglesia cristiana, y en particular de la Iglesia menonita, durante el proceso político en Colombia y ahora en la etapa posterior a la paz? Este ensayo reflexiona sobre esta cuestión al revisar el polémico proceso de paz y escuchar las voces de los menonitas colombianos. Como voy a mostrar, estas reflexiones nos enseñan que nuestra esperanza en medio de la transición de la violencia a la paz está en Jesús.

Los acuerdos de paz y el plebiscito de octubre

Las conversaciones que produjeron los acuerdos de paz en Colombia comenzaron oficialmente en agosto de 2012. El gobierno del presidente colombiano, Juan Manuel Santos, y las FARC habían mantenido conversaciones preliminares desde 2011. Durante los siguientes cuatro años, las conversaciones en La Habana, Cuba, resultaron en un informe de 297 páginas (el Acuerdo Final tiene 310 páginas) que detallaba un acuerdo de paz, el desarme posterior, y una vía para que las guerrillas se reintegraran a la sociedad y la esfera política. También se plantearon pasos para tomar en cuenta a las víctimas y otras personas que habían sido afectadas por la violencia y para tratar con los autores de crímenes de lesa humanidad. En todo el proceso participaron expertos internacionales en paz y negociación. Cabe destacar que no se incluyeron mujeres en el proceso hasta septiembre de 2014 cuando se nombró una subcomisión de género, a pesar de que la mayoría de las víctimas del conflicto han sido mujeres.2

El acuerdo de paz definitivo se presentó en La Habana en agosto de 2016. Para permitir que el pueblo colombiano decidiera ratificar los acuerdos de paz propuestos, el presidente Santos propuso un plebiscito nacional, o referéndum, el 2 de octubre de 2016. La pregunta planteada en el plebiscito fue: «¿Apoya usted el acuerdo que pone fin al conflicto armado y construye una nación estable y duradera?» El voto por el «no» ganó con menos de la mitad de uno por ciento. Cuestiones complejas y malas interpretaciones rodearon el proceso de votación. También hubo una participación muy baja, votaron menos del 40%; el día de la votación, muchas de las áreas más afectadas por la violencia sufrieron fuertes lluvias e inundaciones que probablemente mantuvieron a la gente alejada de las urnas, que cerraron a las cinco de la tarde.3

Posteriormente, el Congreso de Colombia ratificó una versión modificada de los acuerdos de paz en noviembre de 2016. Desde esa fecha, cuando entraron en vigor los acuerdos de paz, hasta enero de 2018, solo se avanzó el 18% de los acuerdos vigentes. Sin embargo, en ese breve lapso de tiempo, se produjeron cambios sustanciales en la vida colombiana. Casi nueve mil armas fueron entregadas a las fuerzas de la ONU,4 y en 2017, Colombia registró su índice de homicidios más bajo de los últimos treinta años.5 El pastor Peter Stucky, de la Iglesia Cristiana Menonita de Teusaquillo, en Bogotá, dice: «Cuando miras las salas de los hospitales militares completamente vacías, y ya no tienes víctimas de guerra, y también puedes viajar, estos son enormes beneficios». Stucky también señala que durante todo este proceso posterior al acuerdo, las FARC han cumplido en gran medida su parte del acuerdo, y ahora le corresponde al gobierno cumplir la suya. Aunque no hayan hecho mucho hasta ahora, es un comienzo.6

La Iglesia menonita trabaja por la paz

Desde que Valeria y su familia llegaron a Ecuador, han recibido despensas de alimentos, útiles escolares y otras ayudas del Proyecto de Refugiados de la Iglesia Cristiana Anabautista Menonita de Ecuador (ICAME) en Quito, que trabaja junto con IMCOL (Iglesia Cristiana Menonita de Colombia). Valeria me dijo que la misión y el trabajo de la iglesia menonita en Quito es de gran ayuda para las personas en su situación, porque además de brindarles asistencia material, la iglesia les ofrece apoyo espiritual, un maravilloso refugio para las personas que están desorientadas.

Esta es solo una de las muchas maneras en que la iglesia menonita en la zona andina ha sido un notable ejemplo de paz a lo largo de los años. En 1987, la iglesia comenzó a trabajar para formalizar la opción de la objeción de conciencia al servicio militar armado. En 1991, trabajaron para incorporar la objeción de conciencia en la constitución.7

La iglesia menonita también ha trabajado en la mediación de conflictos en entornos formales e informales. La mediación formal se llevó a cabo en colaboración con el Consejo Nacional de Paz, «y en un contexto de políticas de paz públicas, abiertas y participativas».8 Oscar Herrera, del Comité de Misión de la Iglesia Cristiana Menonita de Colombia (IMCOL), manifiesta que la iglesia menonita ha estado trabajando durante muchos años para promover el diálogo y reunir a los combatientes rebeldes y al gobierno colombiano, incluso desde antes de que se elaboraran los acuerdos de paz.9

La Iglesia menonita, junto con otros actores, también abogó intensamente por el voto del «sí» en el plebiscito de octubre para ratificar los acuerdos de paz. La Iglesia menonita se unió a otras voces para celebrar la firma de los acuerdos de paz y organizó foros y charlas, y participó en marchas en apoyo a los acuerdos de paz y el voto por el «sí». Herrera explica que «la Iglesia menonita apoyó el [voto] Sí… pero hubo algunas iglesias de otras denominaciones que apoyaron el [voto] No, apoyando el liderazgo de Álvaro Uribe Vélez [el presidente anterior]».10

Oficialmente, la Iglesia Cristiana Menonita de Colombia emitió una declaración en la que instaba a los demás cristianos y ciudadanos a votar «Sí». El Comité Nacional de la Iglesia Cristiana Menonita de Colombia reconoció que «la paz se construye con un compromiso a largo plazo y que la guerra, tal como se describe en Santiago 3, solo responde a una sabiduría diabólica que alimenta los enfrentamientos y todo tipo de maldad; [nosotros] afirmamos que Dios recompensará a aquellos que buscan la paz entre las personas, dándoles paz y justicia».11

Sí o no

Muchas personas apoyaron el voto por el «no», incluyendo a muchos cristianos evangélicos. Los líderes evangélicos declararon que los acuerdos de paz promovían valores a los que se oponían, como cuestiones de género y LGBTI, y que los acuerdos ponían en riesgo sus ideales de familia tradicional.12 Algunas de las secciones controversiales del acuerdo incluían lo siguiente:

Que la implementación se haga teniendo en cuenta la diversidad de género, etnia y cultura, y que se adopten medidas para las poblaciones y los grupos más humildes y vulnerables, especialmente niños, mujeres, personas con discapacidad y las víctimas, y particularmente con el mismo enfoque territorial.

Que se promueva la equidad de género a través de la adopción de medidas específicas para garantizar que las mujeres y los hombres participen y se beneficien en igualdad de condiciones con la implementación de este Acuerdo.

Reconocer y tomar en cuenta las necesidades, características y peculiaridades económicas, culturales y sociales de los territorios y las comunidades rurales (niños, mujeres y hombres, incluyendo personas con orientación sexual diversa e identidad de género) y garantizar la sostenibilidad socioambiental.13

CEDECOL (Consejo Evangélico de Colombia) emitió una declaración con objeciones específicas al texto; aceptaron que los acuerdos no contienen específicamente las palabras «ideología de género», pero dejan un enfoque en el género y otros términos como «diversidad de género, identidad de género y perspectivas de género… sobrecargando, de este modo, su aplicación en garantizar el derecho de las mujeres y generando ambigüedad y confusión».14

Mucha gente repitió esta percepción de una ideología de género impuesta, algunos incluso acusaron a la ONU de insistir en que estuviera en los acuerdos de paz. Otros llegaron incluso a inventar cosas que no estaban en los acuerdos, diciendo, por ejemplo, que el documento apoyaba el aborto, cuando la palabra aborto nunca aparece en el texto.15 La ONU apoyó el lenguaje inclusivo en el documento y la idea de la equidad de género en realidad cumple con muchos acuerdos internacionales y con la constitución colombiana, pero no hay evidencia de una ideología de género impuesta en los acuerdos.

Stucky señala que los votos por el «no» no se limitaron a iglesias conservadoras o evangélicas. Como ejemplo de ello cita el caso de la ciudad de Bogotá, sede de muchas iglesias evangélicas y conservadoras, donde el voto por el «sí» ganó por un amplio margen.

La Iglesia católica en general tuvo un enfoque más imparcial, no tomando partido oficialmente por el «sí» o el «no», pero aún así animaba a la gente a votar, aunque para muchos estaba claro que el Papa Francisco apoyaba abiertamente los acuerdos de paz.16 Como contraparte, muchos en los grupos católicos estaban muy en contra del acuerdo de paz. Durante los meses previos a la votación, algunos canales de televisión católicos publicaron anuncios que respaldaban el voto por el «no». Y un político conservador, José Galat, incluso fue citado diciendo que los obispos que apoyaban al papa estaban negando las verdades de su fe, y «los que niegan nuestra fe no son católicos».17

Muchas personas insisten en que los católicos y evangélicos conservadores inclinaron la votación en contra de los acuerdos de paz. Francesco Manetto afirma: «Aunque no hubo pronunciamientos explícitos durante la campaña, algunos sectores de la comunidad católica y los votos de los evangélicos, que representan a unos diez millones de colombianos, inclinaron la balanza en favor del No».18

Otros acusan a Uribe, el expresidente, de utilizar a los evangélicos y católicos conservadores para sus maniobras políticas. Uribe había sido un declarado opositor de Santos desde que comenzaron las conversaciones de paz. Luego, afirma Stucky, Uribe utilizó el plebiscito de octubre para «vincular los acuerdos de paz con toda una discusión, lo que los evangélicos llaman “ideología de género”, que no tenía nada que ver con el plebiscito ni con los acuerdos de paz».

Se produjo todo un conflicto religioso. Como afirma Lester Kurtz: «Debido a su importancia, los individuos y las colectividades invierten mucho de sí mismos y de sus energías en un conflicto religioso. Irónicamente, sin embargo, lo que es altamente personal está revestido de retórica cósmica: “No es por mis intereses que tomo esta posición, ¡sino por causa de Dios!”».19

Al fin la paz

Después de perder el plebiscito, las FARC y otros dijeron que no cederían y no cambiarían su postura sobre las cuestiones de género. Llegaron incluso a decir que la cuestión de género era una parte fundamental de los acuerdos de paz.20 Pero las objeciones que tenía la gente en favor del «no», contra el documento de paz original, no eran solo de género y orientación sexual. Muchos acusaron a los acuerdos de ser blandos con los perpetradores de crímenes de lesa humanidad, aunque los acuerdos declaran explícitamente: «No se permite amnistiar crímenes de lesa humanidad, ni otros crímenes definidos en el Estatuto de Roma».21

Finalmente, después de la votación del 2 de octubre de 2016, el gobierno trabajó con diferentes líderes y poblaciones interesadas para hacer ajustes al documento y luego los presentó al equipo de negociación de las FARC, que cambió varios puntos. El acuerdo resultante incluía clarificar las penas para los autores de crímenes de guerra; limitar ligeramente la jurisdicción Especial de Paz; excluir ciertos delitos del sistema de justicia transicional; no incluir la totalidad del acuerdo como parte de la constitución colombiana; extender por cinco años el programa de desarrollo rural; y, finalmente, ajustar el lenguaje sobre la equidad de género para evitar tergiversaciones.22

Qué sigue

La postura actual de la Iglesia menonita es seguir apoyando y trabajando por la plena implementación de los acuerdos de paz. Según Stucky, las iglesias creen que «los acuerdos de paz son buenos y ya han producido enormes beneficios para nuestra sociedad». Pero todavía hay mucho trabajo por hacer; muchas otras iglesias en Colombia no necesariamente sienten lo mismo, y la Iglesia menonita, al parecer, está en una pequeña minoría. Según Stucky, otras iglesias ya no se enfocan en los acuerdos de paz y no los ven como una prioridad que debe cumplirse. Existe una gran brecha entre lo que está sucediendo con el trabajo posterior hacia la paz en Colombia y lo que se predica y comparte de las Escrituras: «entre la situación que estamos viviendo y el interés de las iglesias en esa situación». Stucky continúa explicando que muchas otras iglesias, especialmente evangélicas y pentecostales, se centran en el evangelio tradicional, en «prosperidad, crecimiento, sanación y no leen las Escrituras a partir de Jesús, sino más bien desde el Antiguo Testamento y un énfasis espiritualista».

Como se dijo anteriormente, todavía hay muchos grupos armados en Colombia, y ahora se están apoderando de territorios donde las FARC alguna vez tuvieron sus bastiones. Muchos de estos grupos son considerados ilegales, mientras que las FARC y el todavía activo Ejército de Liberación Nacional (ELN)23 se consideran involucrados en la contienda política. Los otros grupos podrían ser grupos paramilitares o también soldados que se separaron de las FARC. También hay muchos grupos criminales involucrados en el tráfico de drogas o en actividades relacionadas con las drogas. La situación se complica cada vez más con el paso de los años. Stucky afirma que la posición de la Iglesia menonita en todo esto es marcadamente diferente de otras ONG, especialmente porque la iglesia planea participar en Colombia por muchos años más, en realidad de manera indefinida.

Herrera destaca el programa de la Iglesia menonita llamado «Puentes de paz», que se ha esforzado por reunir al ELN y al gobierno para dialogar, aunque a veces las iniciativas se han estancado. La teología anabautista de la iglesia implica que los miembros participen en la sociedad donde viven y adoran, en vez de permanecer solo dentro de sus lugares de culto.

Stucky señala que «la iglesia entiende la prioridad de Dios por la paz para la humanidad, que no es solo una paz exterior, es una paz interior y exterior». Las iglesias menonitas saben que deben trabajar por la paz, que la voluntad de Dios se cumplirá, y que los seguidores de Dios deben orar y alinearse con el propósito de Dios. Como conclusión, Stucky comparte lo siguiente:

Necesitamos seguir trabajando y orando por la paz, llevando esperanza al país y siendo un factor de consuelo y ayuda humanitaria para los que sufren. Las víctimas de los poderes pueden cambiar, en este momento también tenemos muchas víctimas de Venezuela. La otra cosa sobre la iglesia es que uno se da cuenta que las ideologías de izquierda o derecha tienden a ser malas consejeras. Hablan, prometen y se atacan mutuamente. La gente pisoteada es la gente común.

Nicolás, otro refugiado colombiano en Ecuador, comparte la opinión de Valeria. Me dice que el conflicto en Colombia es una guerra de poder, no tanto de dinero. Los distintos grupos buscan el poder para imponer miedo en la comunidad a fin de mantenerla sometida. El miedo que se infunde a la comunidad se ve agravado por la complicidad y falta de compromiso de las autoridades.

Nicolás también ha recibido apoyo de la iglesia menonita en Quito y dice que el trabajo misionero de la iglesia es un gran respaldo. Dice: «todos los que estamos aquí venimos en busca de esperanza y… la iglesia mejora las cosas y Dios es el único que da verdadera esperanza. El apoyo de la misión de la iglesia nos ayuda a tener más fuerza para seguir adelante».

Estas dos declaraciones finales son testimonios poderosos de cómo los líderes de la iglesia y los líderes políticos podrían haber respondido durante el plebiscito del 2 de octubre en Colombia. Los grupos que buscan el poder político podrían haber ofrecido esperanza en lugar de imponer miedo. Y la iglesia, en lugar de escuchar a la izquierda o la derecha, podría haberse enfocado en Jesús para ayudarles a decidir su voto.

 

Peter Wigginton y su esposa Delicia Bravo Aguilar trabajan para la Mennonite Mission Network (Red Menonita de Misión) como coordinadores de Ecuador Partnership (Colaboración con Ecuador) en Quito, Ecuador. Tienen dos hijas, Aliyah y Ariana.

Footnotes

1

Alma Guillermoprieto, «The Healing of Colombia», National Geographic, 233-1 (enero 2018), 66-89. Enlace directo: https://dl.serfanonline.ir/image/2017/12/National-Geographic-USA-January-2018@world_kiosk.pdf. Consultado en http://libproxy.bridgeport.edu/login?url=http://search.ebscohost.com/login.aspx?.

2

Donny Meertens, «Gender and Land Justice in Colombia: Challenges for the Post-peace Accords Era/Justicia de género y tierras en Colombia: Desafíos para la era del ‘pos-acuerdo’», European Review of Latin American and Caribbean Studies/Revista Europea de Estudios Latinoamericanos y del Caribe, 102 (octubre 2016): 89-100. Enlace directo: https://www.researchgate.net/publication/309166327_Justicia_de_genero_y_tierras_en_Colombia_Desafios_para_la_era_del_’pos-Acuerdo’/link/58022d0908ae1c5148cf03ac/download.

3

«Qué dice de Colombia que haya habido 62% de abstención en el histórico plebiscito por el proceso de paz», BBC, 3 octubre 2016, https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-37539590.

4

«La ONU revela cuántas armas han entregado las FARC», CNN, 15agosto 2017, https://cnnespanol.cnn.com/2017/08/15/la-onu-revela-cuantas-armas-han-entregado-las-farc.

5

«Tasa de homicidios en Colombia en 2017 es la más baja en 30 años», El Colombiano, 26 diciembre 2017. https://www.elcolombiano.com/colombia/tasa-de-homicidios-en-colombia-bajo-en-2017-GX7918080.

6

Peter Stucky, entrevista personal del autor, Quito, 26 octubre 2018.

7

Esperanza Hernández Delgado, Intervenir antes que anochezca: Mediaciones, intermediaciones y diplomacias noviolentas de base social en el conflicto armado colombiano (Bucaramanga: Universidad Autónoma de Bucaramanga – Instituto de Estudios Políticos, 2012).

8

Hernández, Intervenir antes que anochezca.

9

Oscar Herrera, entrevista personal del autor, Quito, 11 noviembre 2018.

10

Herrera, 11 noviembre 2018.

11

«Manifiesto del Comité Nacional frente al Plebiscito: Iglesia Cristiana Menonita de Colombia», 2016, http://www.imcol.org/index.php/2014-12-28-21-35-21/noticias-imcol/94-manifiesto-del-comite-nacional-frente-al-plebicito.

12

Meertens, «Gender and Land»; Natalio Cosoy, «El rol de las iglesias cristianas evangélicas en la victoria del “No” en el plebiscito de Colombia», BBC, 5 octubre 2016, https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-37560320; «Las FARC no retrocederán en enfoque de género», Semana, 11 octubre 2016, https://www.semana.com/nacion/articulo/las-farc-no-estan-dispuestas-a-retirar-de-los-acuerdos-el-enfoque-de-genero/498710.

13

Cosoy, «El rol de las iglesias cristianas evangélicas».

14

Pablo Moreno, Sandra Liliana Palacios, y Edgar Castaño, «Propuesta de ajuste de los Acuerdos de Paz…», CEDECOL, 13 octubre 2016, https://cedecol.net/wp-content/uploads/2016/10/PROPUESTA-MESA-NACIONAL-IGLESIA-EVANGELICA-FINAL.pdf.

15

Gimena Sánchez-Garzoli, y Cristina Camacho, «Debunking the Myths about “Gender Ideology” in Colombia», Washington Office on Latin America, 25 octubre 2016, https://www.wola.org/analysis/debunking-myths-gender-ideology-colombia/.

16

Katy Watson, «Pope visits Colombia seeking to heal divides», BBC, Bogotá, 6 septiembre 2017, https://www.bbc.com/news/world-latin-america-41174077.

17

Francesco Manetto, «El Papa Francisco, la paz y la división de la Iglesia», El País, 7 septiembre 2017, https://elpais.com/internacional/2017/09/07/colombia/1504752541_375899.html.

18

Manetto, «El Papa Francisco».

19

Lester R. Kurtz, «From Heresies to Holy Wars: Toward a Theory of Religious Conflict», Ahimsa Nonviolence (marzo-abril 2005): 145.

20

«Las FARC no retrocederán en enfoque de género».

21

«Texto completo del Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera», Oficina del Alto Comisionado para la Paz, 24 noviembre 2016, 148, http://www.altocomisionadoparalapaz.gov.co/procesos-y-conversaciones/Documentos%20compartidos/24-11-2016NuevoAcuerdoFinal.pdf.

22

Sánchez-Garzoli y Camacho, «Debunking the myths».

23

Actualmente las conversaciones se han roto completamente entre el ELN y el gobierno.