Entrevista a Almendra Fantilli

Directora del documental El Culto

The Abstract

MARCOS: En los últimos años, Almendra Fantilli y su esposo Lucas Magnin han estado en una búsqueda teológica donde han encontrado refugio en ideas anabautistas, especialmente en las obras de Antonio González. Un fruto de esta búsqueda es el libro La traición suprema, ilustrado por Almendra Fantilli, donde se observa esta influencia. Invité a Almendra […]

See all articles in this issue See all issues in this volume

Interview by Marcos Acosta

MARCOS: En los últimos años, Almendra Fantilli y su esposo Lucas Magnin han estado en una búsqueda teológica donde han encontrado refugio en ideas anabautistas, especialmente en las obras de Antonio González. Un fruto de esta búsqueda es el libro La traición suprema,1 ilustrado por Almendra Fantilli, donde se observa esta influencia.

Invité a Almendra Fantilli para que nos hable sobre su trabajo dirigiendo el documental «El Culto».2 Luego, le envié algunas preguntas para invitarla a reflexionar sobre el rol del culto en la iglesia evangélica argentina con base en su experiencia y trabajo en el documental.

ALMENDRA: «El Culto» es un documental que registra de principio a fin la celebración de cuatro comunidades; es una invitación a contemplar un mosaico de similitudes y diferencias, de acuerdos y tensiones, de palabras y silencios en búsqueda de la trascendencia.

Para los cristianos evangélicos, el culto representa un tiempo y espacio de encuentro con lo divino, la comunidad y la propia espiritualidad. Ahí se cruzan historias personales y colectivas de tristezas, alegrías, esperanza y redención, y se manifiestan, explícitas o latentes, disputas por el sentido y la identidad cristiana.

Las cuatro iglesias son:

El Ministerio Templo La Hermosa: surgió en 1995 de la mano de su fundador, el pastor y apóstol Omar Páez, y su esposa, la pastora y profeta Alejandra de Lourdes Páez. Está ubicada en la zona sur de la ciudad de Córdoba, en el barrio Cárcano.

Esta iglesia se inscribe dentro del movimiento neopentecostal, una expresión del protestantismo en constante crecimiento en América Latina y otros lugares del mundo, caracterizada por la creencia y la vivencia de milagros, manifestaciones sobrenaturales y el poder del Espíritu Santo.

El ministerio realiza una fuerte tarea de contención espiritual, emocional y social, que incluye visitas a la cárcel de Bouwer, a hospitales, etc. Se destacan también diversos ministerios, como la escuela de danza, teatro y arte corporal, denominada «Mak, desh», de la que forman parte aproximadamente ٢٠٠ jóvenes. También cuenta con tres bandas de cuarteto cristiano: La Antorcha, Oazis y Yeramel.

La Iglesia La Trinidad: es parte de la Iglesia Evangélica Metodista Argentina. Fue fundada en 1961. Se originó tras la solicitud de directivos de Renault (Ika), quienes pidieron a su iglesia en Estados Unidos que enviaran misioneros para crear una comunidad.

El origen de la iglesia metodista se remonta a la Inglaterra del siglo xviii, bajo la guía del Rev. John Wesley. Al principio, fue un movimiento de renovación espiritual, misionero y social dentro de la Iglesia anglicana; su trabajo en contra de la esclavitud, en favor de los sindicatos obreros y de las clases populares fue clave en el contexto de la revolución industrial. Posteriormente, se constituyó como una denominación en sí misma, que en la actualidad está presente en todos los continentes y cuenta con más de 90 millones de miembros.

En Argentina, la Iglesia metodista desembarcó en el año 1836. Su aporte fue muy importante en la educación durante el siglo xix y en su compromiso con los Derechos Humanos desde el último cuarto del siglo xx. Es parte de la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas, y tiene una clara identidad evangélica y vocación ecuménica. En su horizonte misionero, hoy intenta responder a los desafíos de la igualdad, la violencia de género y la justicia ecológica desde comunidades vitales y encarnadas en su contexto.

En Córdoba capital, la Iglesia metodista está presente desde 1901 y cuenta con siete congregaciones (además de dos en Alta Gracia); cada una tiene su impronta, según el lugar en el que se encuentra. La Iglesia La Trinidad se encuentra en la zona norte, en el barrio Cerro de Las Rosas; cuenta con aproximadamente 40 miembros adultos, además de sus familias y otros tantos participantes esporádicos. La mayoría es de clase media trabajadora, con fuerte presencia de adultos y adultas mayores. Hoy es una comunidad que ofrece culto dominical, encuentros bíblicos y de espiritualidad cristiana, talleres de formación cristiana y acciones de servicio social en barrios populares de comunidades hermanas.

Iglesia Cristiana Evangélica de Unquillo: fue fundada en 1945 por un grupo de personas pertenecientes a iglesias de los Hermanos Libres de la ciudad de Córdoba capital. Los Hermanos Libres llegaron a Argentina desde Inglaterra en 1882; su expansión estuvo vinculada a la línea del ferrocarril.

La ICEU cuenta con varios ministerios sociales y se caracteriza por una profunda reflexión sobre los modos institucionales de organizarse y la pedagogía popular. Se organiza con un sistema de equipo pastoral (ancianos/as y diáconos/as), pero las decisiones sobre la visión y la misión se deciden mediante una asamblea general de toda la iglesia. Cuenta con aproximadamente 60 miembros y se ubica en la zona centro de Unquillo, Córdoba.

Iglesia Comunidad Aviva: está ubicada en el centro de la ciudad de Córdoba capital. Cuenta con una membresía de aproximadamente 300 a 400 personas, en su mayoría jóvenes y familias jóvenes.

Fue fundada en 2012 por un grupo de jóvenes de diferentes comunidades, que compartían una experiencia con Jesús y una visión de llevar su mensaje a las personas que normalmente no irían a la iglesia. Los pastores principales son Guillermo Lo Forte, Marcos Lo Forte y David Torres.

La Comunidad Aviva busca ser una iglesia sencilla, centrada en las enseñanzas de la Biblia. Tiene una fuerte impronta hacia la evangelización y el aspecto comunitario de la fe. Se caracteriza por la naturalidad y frescura de sus encuentros, en los que todos/as son bienvenidos/as. La música (marcada por canciones de propia autoría, con arreglos contemporáneos) es uno de los elementos característicos de la comunidad. La iglesia se organiza mediante pequeños grupos (denominados «píxeles») que se reúnen semanalmente para compartir la fe de manera cotidiana.

MARCOS: ¿Cómo nació la idea del documental? Y de todas las opciones alrededor de la iglesia ¿por qué un documental sobre el culto y especialmente el evangélico?

ALMENDRA: Toda mi vida fui a la iglesia evangélica. Crecí asistiendo a los cultos semanalmente. Los rituales de preparación para ir al culto los domingos son parte de mis imágenes de la infancia, al igual que la regla familiar de no ver tele para «no distraernos», organizarnos en casa para bañarnos mis tres hermanos, mis papás, mi abuela y yo antes de salir al culto, ver qué nos íbamos a poner, etc. Todas estas memorias se toparon con distintas circunstancias de vida; comencé a preguntarme por mi fe y la fe compartida con otros y de qué manera todo eso que vivíamos en el culto se vinculaba con la vida cristiana real, cotidiana y comunitaria.

A raíz de distintas lecturas y reflexiones elaboradas con amigos en un club de lectura del que participo, empezamos a cuestionarnos por nuestras maneras de ser y hacer iglesia y advertir la centralidad que en nuestras agendas eclesiales tenía el culto y cómo eso que vivíamos se vinculaba o no con la vida cotidiana. Entre esos ejes de reflexión estaba también la pregunta por los espacios, las relevancias de los templos y los edificios para las comunidades y la historia de las iglesias evangélicas en nuestro país. Este proceso se da en simultáneo, en el 2016, con la venta y demolición de uno de los templos evangélicos más antiguos de la ciudad de Córdoba, que unos amigos gestionaban como centro cultural. Por otro lado, acompañaba la realidad de mi propia comunidad de fe, con la que alquilábamos salones de fiestas, hoteles y hasta locales de partidos políticos para poder reunirnos para celebrar el culto.

En el 2017, el año de las celebraciones por los 500 años de la Reforma, comencé un taller de cine documental comunitario. En este marco, tenía que buscar algún espacio comunitario que identitariamente me ligara con otros y otras, para así poder elaborar audiovisualmente un relato. Fue ahí que mis profes alentaron la idea de hacer un documental sobre la temática de los evangélicos. Algo de fascinación había y hay sobre esta temática, por la presencia mediática de Trump, Bolsonaro, y sus vinculaciones con el mundo cristiano evangélico.

Fue en ese momento que pensé la idea y el guión; había visto un documental sobre el pabellón evangélico en la cárcel de Olmos de Buenos Aires y me encantó el tratamiento narrativo que tenía: la película te invitaba a la observación. Ahí me puse en contacto con muchas iglesias y durante el 2017 y parte del 2018 fue aprender y hacer. Aprender de cine y en simultáneo ir haciendo.

Elegí contar sobre el culto porque me pareció, en su momento, una buena síntesis teológica, visual y social que me permitiría establecer puntos de contacto y puntos de diferencia entre las iglesias, y porque a través de los distintos cultos se cristalizan distintos aspectos y énfasis de la identidad cristiana.

MARCOS: En las redes sociales del documental publicaron: «Para los cristianos evangélicos, el culto representa un tiempo y espacio de encuentro con lo divino, la comunidad y la propia espiritualidad». ¿Cuál dirías que es el rol y el objetivo del culto en la iglesia evangélica con base en lo que observaron? ¿Qué función tiene el culto en la iglesia como un todo?

ALMENDRA: El culto representa muchos aspectos y dimensiones de la vida de las comunidades. Desde un lugar teológico, el culto expresa el misterio que hay en el vínculo entre lo divino y lo humano. El culto a Dios representa a la humanidad deseando trascender y conectarse con algo superior. Desde una mirada de la recapitulación de la historia de la salvación, el culto se entiende como anamnesis, como recuerdo y reactualización de la obra salvífica de Cristo; el culto reactualiza el pasado, anticipa el futuro y glorifica el presente; es como un lugar sin tiempo. Desde un punto de vista de la organización eclesial, el culto representa los modos en que se organiza la estructura de la iglesia, la manera en que se dan las relaciones de poder entre los miembros, y la forma en que se distribuye la participación de la comunidad. Desde el punto de vista de la salud mental, el culto es el lugar donde los miembros «se gozan en Dios»; para la sanidad del alma y de la psiquis, tener espacios de liturgia para la reflexión y arrepentimiento sobre las propias prácticas es muy terapéutico.

Me gusta lo que dice Von Allmen en el libro El culto cristiano, respecto a que el culto permite a los miembros habitar en toda su plenitud antropológica. En la iglesia pueden ser ellos mismos, restituidos a la humanidad gracias a la salvación, donde no se transforman en monstruos, no son todos oídos, todos ojos, sino un cuerpo, con distintas partes.

En el culto se vislumbra la complejidad y la diversidad en las maneras del creer evangélico. Me parece bello y desafiante visibilizar el culto como ese «lugar teológico» donde las comunidades interpretan a Dios, su presencia en la historia y la relación con lo creado.

MARCOS: A veces las iglesias evangélicas tienden a ser culto-céntricas, esto es visible cuando la mayor parte de los esfuerzos de la iglesia (económicos y humanos) están orientados a hacer realidad el culto. ¿Cuál es tu reflexión sobre esto después de haber observado estos cuatro cultos?

ALMENDRA: Cuando era adolescente sentía mucha vergüenza de la experiencia del culto evangélico, sobre todo el pentecostal. No obstante, siempre me sentía muy conmovida por la presencia de Dios en la música, en la palabra, en el encuentro con los hermanos. Se desplegaba una disociación que no lograba comprender del todo. Creo que hacer el documental me llevó a descubrir al menos dos valores que se relacionan con el rol que le otorgamos al culto en nuestras agendas eclesiales. Por un lado, la idea del culto como celebración. In Sik Honk dice que el culto es la fiesta preparada por Dios para la humanidad, y por lo tanto esta empieza en la experiencia del amor divino y continúa en la emoción de los seres humanos que responden con gratitud y amor. Hay mucho de la experiencia de lo popular, ligada al disfrute del estar, del compartir, de celebrar y festejar. Creo que la realidad de la iglesia evangélica no escapa de estas características de nuestros pueblos latinoamericanos, donde el rito, la festividad popular, son ingredientes de la participación semanal de la iglesia de a pie. Por otro lado, creo que el culto ocupa un rol fundamental en la salud emocional, espiritual y psíquica de las personas. Hay una vinculación entre culto y salud mental que no podemos ignorar.

El libro Unidos en adoración propone ver la celebración litúrgica como lugar teológico; uno de sus artículos desarrolla cómo el culto sirve como ese espacio temporal donde las personas renuevan sus recursos internos, generan espacios y facilitan climas para la reconciliación, se sienten parte de algo mayor; se promueve un clima para la introspección, la confianza en sí mismo a través de la confianza en Dios, y donde también se alienta a la vinculación responsable entre los hermanos y con otros. No obstante, una agenda eclesial que propone el cultocentrismo como manera de ser iglesia también vuelve dependientes a las personas de la institución. Así se promueve una centralización de la palabra de Dios bajo el rol de unas pocas figuras, al mismo tiempo que se reduce la vida de fe a un momento concreto, sin contemplar que la vida debe ser una liturgia que proclame constantemente la buena nueva a través del compromiso cotidiano con la realidad.

Creo que esto es muy peligroso no solo por las veces en que se usa el culto para construir poder y «la voz de Dios» solo en unos pocos, sino porque promueve una centralización y unificación ideológica y teológica que anula el diálogo, la conversación, promueve una liturgia estática e hipnotiza a los hermanos y hermanas, promoviendo una espiritualidad individualista y funcional a un sistema capitalista de consumo, donde vamos a tener «un momento especial con Dios», disociado de la vida del Reino de Dios de lo cotidiano, real y concreto. Si no se reflexiona sobre esto, termina imponiéndose una espiritualidad pasiva, individualista, que no da frutos ni en la propia vida, ni en la vida con otros, que no se conmueve por las necesidades humanas.

MARCOS: Howard Snyder escribió que «la iglesia debe ser viable culturalmente. Las estructuras deben ser compatibles con las formas culturales de la sociedad en la que se encuentran. Por esta razón, las estructuras de la iglesia no pueden ser trasplantadas indiscriminadamente de una cultura a otra sin causar serios problemas y confusiones fundamentales acerca de la verdadera naturaleza de la iglesia».3 El documental muestra claramente cómo en una sola provincia hay cuatro iglesias que son tan diferentes, pero que comparten tantas similitudes. No solo en el aspecto teológico del culto sino también en esta tensión entre cultura local y cultura evangélica global. Por ejemplo, hay canciones con ritmos latinoamericanos (cultura local) y canciones que vienen traducidas del inglés (cultura evangélica global). ¿Te parece que el culto evangélico es ‘viable’ culturalmente?

ALMENDRA: El culto tiene que ser pertinente y relevante para la realidad de la comunidad donde está inserto; tanto en el contenido como en la forma debe ser un encuentro comprensible y acorde a las vivencias de quienes participan. Las canciones que se cantan, las palabras que se usan, las melodías y la estética litúrgica deberían poder resonar en la identidad colectiva de quienes forman parte de las comunidades. En el caso de la iglesia Templo La Hermosa, me parece notable cómo dialogan con la música cuartetera y las bandas que llevan adelante la alabanza. Los pastores me contaban lo fundamental de esto para la congregación. En el documental es evidente cómo en todas las iglesias están estos cruces y esfuerzos para que la música, la palabra y los gestos sean comprensibles y adecuados para la audiencia. Y me parece importante esto desde los distintos elementos y lenguajes implícitos como las claves de interpretación que se utilizan para comprender los textos bíblicos, los temas que se priorizan para hablar, la manera de comprender los roles que ocupan los distintos hermanos y hermanas en la celebración, entre otros.

MARCOS: En un momento del documental se observa a alguien orando por los gobernantes. ¿Cómo el culto se relaciona con la realidad social, política y económica de Córdoba, Argentina? ¿Tiene el culto evangélico un elemento profético? Walter Brueggemann define lo profético como la capacidad de reconstruir la realidad, incluyendo la historia y las relaciones de poder del mundo como lo conocemos, de acuerdo con la realidad palpable del reinado de YHWH.4

ALMENDRA: En el documental es evidente la diversidad de modos y niveles de cada iglesia al vincularse con la realidad social, política y económica. Lo que prima siempre es el mandato de la «oración por los gobernantes», pero también hay una conciencia de prójimo y actividades destacables en la tarea de contención social que abraza a distintos sectores de nuestro pueblo.

En los últimos años, las iglesias evangélicas se han destacado por la participación política mayoritaria contra algunas leyes, y esto es lo que mayor prensa ha tenido, al igual que un mayor llamado a la acción por parte de los referentes de las iglesias. Pero lo cierto es que hay una tarea constante en favor de sectores vulnerados. Comedores, roperos comunitarios, visitas a la cárcel, ollas populares y la vinculación de muchos miembros en organizaciones sociales, buscando —como dice Paul Lehman—, «mantener humana la vida humana en la tierra». El culto, en ese sentido, es el espacio donde se hace pedagogía, donde se delimitan sentidos y énfasis, y donde se llama a la acción.

No siempre estos llamados a la acción surgen de una imaginación profética contra todo lo que quiere ocupar el lugar de Dios; muchas veces este rol político de la liturgia queda suplantado por ingenuidad, una espiritualidad estática, una ignorancia voluntaria de la realidad.

La liturgia es contestataria y profética cuando proclama a Dios levantándose contra lo que excluye, oprime y denigra a las personas, creadas a imagen y semejanza de Dios. Aunque no se haga explícita, creo que toda liturgia hace esta proclamación del Reinado de Dios. Nancy Bedford dice que los cultos tienen que ser espacios abiertos y hospitalarios, donde las personas reconozcan la belleza y el amor de Dios. Creo que es lo que busqué visibilizar en el documental.

MARCOS: Anabaptist Witness es una publicación orientada a la conversación de la Iglesia anabautista menonita. Un principio de la eclesiología anabautista es el concepto de la comunidad como el centro de la vida cristiana. En los últimos años se ve como la iglesia evangélica, especialmente en Argentina, está tratando de recuperar esta idea. No es casualidad que las iglesias fundadas en los últimos años siempre utilizan la palabra ‘comunidad’ en su nombre, y es el caso del nombre de dos de las iglesias representadas en el documental. Además, la palabra liturgia puede ser definida como ‘el trabajo de la gente.’ ¿Qué piensas de eso con base en tu experiencia y tu trabajo en el documental? ¿Es la liturgia evangélica el trabajo de la gente? ¿O la gente tiene un rol más pasivo?

ALMENDRA: El hecho de que la palabra comunidad esté en tantas iglesias en los últimos años creo que responde a la necesidad de pensar otros modelos eclesiológicos acordes a la época en la que vivimos, donde todos podamos sentirnos agentes de nuestra propia espiritualidad y en diálogo con la espiritualidad de nuestros hermanos y hermanas. Los modelos verticalistas y uniformes de la fe ya no tienen mucha cabida en algunos sectores de nuestra fe.

Podría hacer una doble lectura de esta pregunta. Si te refieres a los programas litúrgicos de los cultos mayoritarios, creo que hay poca reflexión en torno al «trabajo de la gente» en la liturgia; no obstante, siempre hay algo que «se sale del programa». Por más que las voces oficiales y caudillistas marquen su línea, la gente vive su experiencia (de modo individual) como le va saliendo, y sus aportes, desde los márgenes, son también señales de subversión. Es muy interesante cómo las encuestas sobre religión en Argentina desmitifican el hecho de que la gente hace todo lo que le dice el pastor. Esto no es así, y hay en el pueblo, en la iglesia de a pie, un germen que, movido por el Espíritu, rompe con la pasividad que se cree que tienen los miembros.

Almendra Fantilli: Licenciada en comunicación social y fotógrafa. Cristiana evangélica de toda la vida. Militante y trabajadora de la comunicación de distintas organizaciones sociales y políticas. Le conmueve profundamente lo popular, la búsqueda de la trascendencia y la manera en que las personas gestionan la vida cotidiana a través de la fe cristiana.

Marcos Acosta: Argentino. Ingeniero en Telecomunicaciones. Estudiante de Maestría en Divinidad en el Anabaptist Mennonite Biblical Seminary. Asistente de Anabaptist Witness. Cristiano evangélico con tendencias anabautistas.

Footnotes

1

Lucas Magnin, La traición suprema. Triunfo y vergüenza del cristianismo en el poder (Córdoba [Argentina]: Ediciones del Altillo, 2019).

2

«El Culto – Documental», acceso el 9 de diciembre de 2020, https://www.elcultodocumental.com

3

Howard Snyder, La comunidad del rey (Buenos Aires: Ediciones Kairós, 2005), 226.

4

Walter Brueggemann, An Introduction to the Old Testament. The Canon and Christian Imagination (Louisville, KY: Westminster John Knox Press, 2003), 131.